En la actualidad, la vorágine en la que se vive, suele llevar a gran parte de la población a transitar su día a día de un modo acelerado o con cierta angustia, lo que se debe a la idea instalada hegemonicamente de que uno debe seguir, pase lo que pase.

Por lo tanto, cuando una persona atraviesa una patología psicológica que interfiere en su vida cotidiana, quizás no lo cuenta o lo esconde por el miedo a ser juzgado por los demás o a ser etiquetado por su patología. De modo, que además de llevar el peso de su propio malestar, se le suma la critica de un otro.

Una de las mejores formas de acompañar a quienes padecen algún tipo de trastorno resulta ser la empatia para ponerse en el lugar del otro y no juzgarlo. Además, resulta indispensable educar emocionalmente a los niños desde que son pequeños, para que aprendan que hablar de sus sentimientos es algo natural y, que es normal, en ocasiones no sentirse bien para realizar determinadas tareas.

Todo ello ayudaría a naturalizar desde temprana edad que, todas las emociones son importantes y merecen ser escuchadas. De esta forma se lograría evitar el posterior sufrimiento a aquellos jovenes- adultos, que por reprimir sus emociones llegan a desarrollar trastornos como el de ansiedad o depresión, dentro de muchos otros.

Por último, resulta relevante mencionar que cuando dichas patologías ya están presentes, la terapia psicológica, es de una gran ayuda para superar dicho malestar.

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